miércoles, 27 de enero de 2016

La unción, el ruego silencioso al instrumento, a la madera.


Cuánta sabiduría y profundidad se pueden apreciar viendo y escuchando a Atahualpa, en él se encuentra la sabiduría que sólo la tierra puede revelar a los humildes de corazón, poseedores del respeto y la reverencia hacia la vida, del “ruego silencioso”. Los pueblos ancestrales nativos  también conocían de este tipo de sabiduría, Atahualpa se nutrió de la tierra, de su pueblo. Este ser humano fue un verdadero legado y regalo de La Tierra, con mayúsculas, quien a través de la voz de un hombre solitario y recio del campo, que con sólo su guitarra y su voz hizo una de las más bellas poesías que aun continúan viajando por esos infinitos...


“El hombre canta lo que la tierra le dicta. El cantor no elabora. Traduce.   "

“La guitarra antes de ser guitarra , era madera, ese gajo, ese pedazo de madera integrante de la selva tiene que haber recibido pájaros a toda hora del día, miles de pájaros han cantado a través de los años en la selva; con humedad, con frío, en invierno, con sol, con amanecidas, con sustos, con coraje y con primaveras, con amor, con polluelos, con hijos, sin hijos... El cántico del ave ha sido siempre el elemento. Como madera sensible, esa madera se ha recontrapenetrado de ese cántico. Alguna vez la hacharon, alguna vez se cayó, o la usaron, la ahuecaron, la pusieron a templarla como tabla y alguna vez la formaron pero era una vibración, una madera llena de vibraciones, de infinitas vibraciones y ¡qué vibraciones! Cantos de pájaros, miles, miles de horas en miles de días de cantos de pájaros. La guitarra sabe de sonidos cualquier cantidad de tiempo, de veces, de voces, de horas, de primaveras, de inviernos, de soledades, de tormentas, de silencios, de rumores... Todo lo sabe la guitarra. Todo. No tiene un secreto para ocultar, todo lo atesoró en sí y lo da, lo da tal vez cuando lo merece la mano que la busca, en la medida en que no lo merece la guitarra se puede negar. A veces he oído "No me dice la guitarra. Esta guitarra es muy buena, está bien construida pero a mí no me dice" ¿No será que no ha hecho nada para merecerlo todavía? Le ha faltado la unción, le ha faltado la condición del ruego, del ruego callado: Ayudame. El decir ayudame sin decir la palabra, el acercarse para que le ayude, para que el instrumento lo ayude a transmitir tal o cual asunto que tiene algo que ver con el sentimiento humano”.

“La luz que alumbra el corazón del artista
es una lámpara milagrosa que el pueblo usa
 para encontrar la belleza en el camino,
 la soledad, el miedo, el amor y la muerte”.

Atahualpa Yupanqui



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