jueves, 12 de septiembre de 2019

El héroe de las mil caras, Joseph Campbell


El héroe moderno, titula Joseph Campbell su último capítulo de la obra El Héroe de las mil caras. ¿Cómo definir al héroe moderno?, si pensamos en esta época actual donde el materialismo y el vacío que conlleva a la sociedad a la apatía, a la falta de fe y creatividad, al desprecio e indiferencia hacia la naturaleza que nos sustenta, a la falta de valores que se pueden ver reflejados en todas las manifestaciones de lo artístico y cultural, en la vida familiar, familias cada vez más desestructuradas, matrimonios rotos, ya no hay mitos, actualmente casi no se encuentra el sentido de lo sagrado. El héroe moderno presume de una suicida autosuficiencia. Ya no necesita creer en nada superior, él mismo se basta. Pero es falso ese sentimiento del héroe moderno, sólo es un narcisismo y como tal refleja a una personalidad herida y acorazada que se quiere mostrar invulnerable ante el panorama cada vez más hostil, en el fondo es un temor que vuelve rígido y quebradizo a quien lo siente.

El héroe moderno debe buscarse dentro de sí, como dice Campbell en los momentos de soledad desesperante, bajar a los abismos para volver renovado o perderse definitivamente, pero un héroe- y así lo reflejan todos los mitos- siempre vuelve del abismo. El héroe debe experimentar la oscuridad más densa, a través del dolor para encontrar el rumbo de su Vida y comprender que ésta es un don que se le ha otorgado, que su lucha tiene un sentido profundo que sólo él y para él mismo se hará comprensible y será revelado. A su justo momento...

El viaje del héroe, como lo llama Joseph Campbell, lo divide en varias partes. A continuación exponemos las más importantes según el autor:


Primera parte: La aventura del héroe.

-La Partida: 1.La llamada de la aventura. 


"Una ligereza aparentemente accidental  revela un mundo insospechado y el individuo queda expuesto a una relación con poderes que no se entienden correctamente.  
La llamada podría significar una alta empresa histórica. O podría marcar el alba de una iluminación religiosa. La llamada levanta siempre el velo que cubre un misterio de transfiguración; un rito, un momento, un paso espiritual que cuando se contempla es el equivalente de una muerte y de un renacimiento.  El horizonte familiar de la vida se ha sobrepasado, los viejos conceptos, ideales y patrones emocionales dejan de ser útiles.  Ha llegado el momento de pasar el umbral". 


-2. La negativa al llamado. 

"Es una negativa a renunciar lo que cada quien considera como su propio interés. 
El individuo se encierra en las paredes de su infancia, el padre y la madre son los guardianes del umbral y el alma débil, temerosa del castigo fracasa en su intento de atravesar la puerta y renacer en el mundo exterior".

-3. La ayuda sobrenatural.


"El primer encuentro del héroe con una figura protectora. Fuerza protectora y benigna del destino. La fuerza protectora está siempre presente dentro del gran santuario del corazón. El individuo tiene que saber y confiar y los guardianes eternos aparecerán". 

-4. El cruce del umbral

"La puerta está vigilada por el más alto espíritu de la razón que impide la entrada hasta que ha sido dominado. Son las rocas que chocan y destruyen al viajero pero entre las cuales los héroes siempre pasan.

-5. El vientre de la ballena.

El paso por el umbral mágico es un tránsito a una esfera de renacimiento que queda simbolizada en la imagen mundial del vientre. El héroe en vez de conquistar la fuerza del umbral es tragado por lo desconocido y parece que hubiera muerto.
El paso del umbral es una forma de autoaniquilación.


Segunda parte: La iniciación

1. El camino de las pruebas.

2. El encuentro con la diosa. 

La diosa es madre, es la encarnación de la promesa de la perfección, la seguridad que tiene el alma de que al final de su exilio del mundo, la felicidad será conocida de nuevo, la madre confortante, nutridora. No sólo es benigna, también es la madre mala, la madre ausente, que obstaculiza, que prohíbe. 
La mujer representa la totalidad de lo que puede conocerse. Los ojos deficientes la reducen a estados inferiores, el ojo malvado de la ignorancia la empuja a la banalidad y a la fealdad. 
El encuentro con la diosa (encarnada en cada mujer) es la prueba final del talento del  héroe para ganar el don del amor, que es la vida en sí misma.

3.La mujer como tentación

4.La reconciliación con el padre.

"Así como el padre es el intruso original en el paraíso del niño con su madre, es el enemigo arquetipo; de este momento en adelante, a través de toda la vida todos los enemigos son símbolos (para el inconsciente), del padre.


5.Apoteosis



6.La gracia última

"Los dioses y las diosas deben entenderse como encarnaciones y custodios del elixir del Ser Imperecedero, pero no como lo último en su estado primario. Lo   que el héroe busca en sus relaciones con ellos, no son ellos mismos, por lo tanto, sino su gracia , esto es, la fuerza de su sustancia sustentante. Sus guardianes se atreven a entregarla solamente a aquellos que han sido debidamente probados"





Tercera parte

El Regreso

La negativa al regreso

Cuando la misión del héroe se ha llevado a cabo, por penetración en la fuete o por medio de la gracia de alguna personificación, humana o animal, el aventurero debe regresar con su trofeo transmutador de la vida. El ciclo completo, la norma del monomito, requiere que el héroe empiece ahora la labor de traer los misterios de la sabiduría al reino de la humanidad, donde la dádiva habrá de significar la renovación de la comunidad, de la nación, del planeta o de los diez mil mundos".




El cruce del umbral del regreso.

El héroe se aventura lejos de la tierra que conocemos para internarse en la oscuridad; allí realiza su aventura y su regreso es descrito como un regreso de esa zona alejada. Sin embargo, y esta es la gran clave para la comprensión del mito y del símbolo, los dos reinados en realidad son uno. El reino de los dioses es una dimensión olvidada del mundo que conocemos. Y la exploración de esa dimensión, ya sea en forma voluntaria o involuntaria, encierra todo el sentido de la hazaña del héroe. Los valores y las distinciones que en la vida normal parecen de importancia desaparecen con la tremenda asimilación del yo en lo que anteriormente era mera otredad. Pero el alma del héroe avanza valientemente...

Muchos fracasos atestiguan las dificultades de este umbral afirmativo de la vida. El primer problema del héroe que regresa es aceptar como reales, después de la experiencia de la visión de plenitud que satisface el alma, las congojas y los júbilos pasajeros, las banalidades y las ruidosas obscenidades de la vida. ¿Por qué volver a entrar a un mundo así? Lo más sencillo es mandar al diablo a toda la comunidad  y retirarse de nuevo a la pétrea morada celeste. Pero si entre tanto un partero espiritual ha puesto la shimenawa enfrente del refugio, ya no puede evitarse el trabajo de representar la eternidad en el tiempo y de percibir en el tiempo la eternidad.

Nos renovamos y nos sostenemos por esas visitas nocturnas a la fuente de la oscuridad, nuestras vidas son reformadas por ellas. 

¿Y bien cuál es el pasaje milagroso y del regreso?
El campo de batalla es simbólico del campo de la vida. La meta del mito es despejar la necesidad de esa ignorancia de la vida efectuando una reconciliación de la conciencia del individuo con la voluntad universal. 


El ciclo cosmogónico

El reino de Dios está dentro y también fuera; Dios, sin embargo, no es sino un medio conveniente de despertar al alma, la princesa dormida. La vida es su sueño y la muerte es su despertar. El héroe que despierta su propia alma, no es en sí mismo sino el medio conveniente de su propia disolución. Dios, aquel que despierta el alma es, por lo tanto, su propia e inmediata muerte.

El estudioso moderno puede enfocar estos símbolos como lo desee. De cualquier modo, son metáforas explícitas del destino del hombre, de su esperanza, de su fe y de su oscuro misterio.

"No se le ve, no se le relaciona, no se le concibe,
no se le infiere, no se le imagina, no se le describe.
Es la esencia del conocimiento del yo
común a todos los estados de la conciencia.
Todos los fenómenos terminan en él.
Es paz, es felicidad, es no dualidad"   (Mandukya Upanishad)



El mito es la revelación de una plenitud de silencio dentro y alrededor  de cada átomo de la existencia. El mito es la directiva de la mente y del corazón, por medio de figuras profundamente informadas y conduce al último misterio que llena y rodea todas las existencias



"La invención de los artefactos mecánicos y eléctricos, y el desarrollo de los métodos científicos de investigación han transformado la vida humana en tal forma que el universo intemporal de símbolos hace mucho tiempo heredados ha sufrido un colapso. A esto se refieren en el Zaratustra de Nietzsche las trascendentales palabras que anuncian una época: “Muertos están los dioses”. Es una fábula que sabemos que se ha repetido de mil maneras. Es el ciclo del héroe de la edad moderna, la maravillosa historia de la especie humana que llega a la madurez. El lastre del pasado, la atadura de la tradición han sido destruidos con seguros y poderosos golpes. La telaraña del sueño mítico cayó, la mente se abrió a la íntegra conciencia despierta, y el hombre moderno surgió de la ignorancia de los antiguos, como una mariposa de su capullo o como el sol del amanecer surge del vientre de la madre noche"








 
"No solamente las investigaciones con el telescopio y el microscopio han eliminado el lugar oculto de los dioses: ya no existe la clase de sociedad de la que los dioses eran soporte.
La unidad social no es ya la portadora del contenido religioso, sino una organización económico-política. Sus ideales no son ya los de la pantomima hierática, que hace visibles en la tierra las formas del cielo, sino los del estado seglar, que libra una competencia difícil y sin tregua por la supremacía y los recursos materiales. Las sociedades aisladas, atadas al sueño dentro de un horizonte mitológico, no existen más que como regiones de explotación. Y dentro de las mismas sociedades progresistas, todos los últimos vestigios de la antigua herencia humana de ritual, moralidad y arte, están en plena decadencia".







"La mitología rompe la vida entera en una vasta y horrible Divina Comedia. Su risa olímpica  no tiene nada de escapista, sino que es dura, con la dureza de la vida misma. La mitología en ese sentido hace que la actitud trágica aparezca hasta cierto punto histórica y el juicio meramente moral limitado. Esta dureza se equilibra con la seguridad de que todo lo que vemos no es sino el reflejo de una fuerza perdurable, a la cual no alcanza el dolor. Por eso estas fábulas son despiadadas y no conocen el terror; están penetradas del júbilo de un anonimato trascendente que se mira así mismo en todos los egos combatientes y centrados en sí que nacen y mueren en el tiempo".


"Entonces todo el significado estaba en el grupo, en las grandes formas anónimas, no en la expresión individual propia; hoy no existe ningún significado en el grupo ni en el mundo; todo está en el individuo. Pero en él el significado es absolutamente inconsciente. El individuo no sabe hacia dónde se dirige, tampoco sabe lo que lo empuja (...) El hecho del héroe no es hoy lo que era en el siglo de Galileo. Donde antes había oscuridad, hoy hay luz; pero también donde había luz hay ahora oscuridad. La hazaña del héroe moderno debe ser la de pretender traer la luz de nuevo a la perdida Atlántida del alma coordinada".











"Hoy todos estos misterios han perdido su fuerza; sus símbolos ya no interesan a nuestra psique. La noción de una ley cósmica, que sirve a toda existencia y ante la cual debe inclinarse el hombre mismo, hace mucho que pasó a través de las etapas místicas preliminares representadas en la astrología antigua y ahora es algo que se da por sabido en términos meramente mecánicos. El descenso de los cielos a la tierra de las ciencias occidentales (desde la astronomía del siglo XVII a la biología del siglo XIX) y su concentración actual, por fin, en el hombre mismo (en la antropología y la psicología del siglo XX), marcan el camino de una maravillosa transferencia del punto de enfoque del asombro humano. Ni el mundo animal, ni el mundo de las plantas, ni el milagro de las esferas, sino el hombre mismo, es ahora el misterio crucial. El hombre es la presencia extraña con quien las fuerzas del egoísmo deben reconciliarse, a través de quien el ego debe crucificarse y resucitar y en cuya imagen ha de reformarse la sociedad. El hombre, entendido no como “yo”, sino como “tú”: pues ninguno de los ideales o instituciones temporales de ninguna tribu, raza, continente, clase social o siglo puede ser la medida de la divina existencia inagotable y maravillosamente multifacética que es la vida de todos nosotros". 





"El héroe moderno, el individuo moderno que se atreva a escuchar la llamada y a buscar la mansión de esa presencia con quien ha de reconciliarse todo nuestro destino, no puede y no debe esperar a que su comunidad renuncie a su lastre de orgullo, de temores, de avaricia racionalizada y de malentendidos santificados. “Vive —dice Nietzsche— como si el día hubiera llegado.” No es la sociedad la que habrá de guiar y salvar al héroe creador, sino todo lo contrario. Y así cada uno de nosotros comparte la prueba suprema —lleva la cruz del redentor—; no en los brillantes momentos de las grandes victorias de su tribu, sino en los silencios de su desesperación personal".





Las obras que se muestran en las fotografías pertenecen al Museo Nacional de Arqueología, ubicado en Madrid.

Texto  del libro "El héroe de las mil caras" de Joseph Campbell.