jueves, 14 de noviembre de 2019

Un músico para la Humanidad

Un músico para la Humanidad, Beethoven





Adentrarse a intentar comprender la música, para que ésta no sea sólo  un pasatiempo de  deleite estético y nada más, es una experiencia enriquecedora ya que muchos compositores pusieron y ponen  su estímulo vital y espiritual en dejarnos una obra que trascendiera lo puramente musical estético y que se convierta en una guía para la vida, un manantial donde poder reencontrar el rumbo, el sentido. Buscando una biografía sobre Beethoven que fuera fidedigna y bien escrita, conocimos la obra biográfica del matrimonio Jean y Brigitte Massin. Una obra muy bien narrada y de lectura amena que me ha gustado mucho. Es importante conocer la vida del ser humano que hay detrás de la obra musical. Si nos informamos de forma más fácil y rápida a través de el cine podemos caer muchas veces en que la película en cuestión nos dará una imagen distorsionada del personaje histórico propagando el tópico del genio loco, del genio de gran inteligencia pero de juicio trastornado, dado a diversos vicios, etc.... A veces dando una imagen muy superficial y sensacionalista, el cine necesita entretener, como es lógico. Pero la realidad es más compleja y profunda. Conocer al genio como ser humano, con sus luchas, sus sufrimientos, su voluntad, sus creencias nos acerca más a su obra. Nos hace comprender mejor su mensaje. Nunca conoceremos del todo su personalidad aunque toda la correspondencia escrita, testimonios de amigos y conocidos, etc. ayude, tampoco hace falta eso, con comprender el Alma y la finalidad de la obra será suficiente. Es por ello que quiero compartir con vosotros algunos fragmentos que me han gustado de los autores de la biografía así como también frases del mismo Beethoven, algunas acompañadas por piezas musicales de una selección que he hecho y algunas preciosas obras reflejando la fuerza de la Naturaleza de Vicent Van Gogh. Si podéis conseguir el libro ya sea físico o en formato electrónico ¡mejor! Es una obra a la que siempre recurriréis ya que trasciende el tema meramente musical, conocer sobre la vida de Beethoven nos acerca más a lo Humano, también a través de su lucha a nuestras luchas, sufrimientos y logros, al mito del héroe que se alza triunfador sobre sus propias debilidades y embates del destino para salir siempre renovado.






Ninguna música antes que la suya ha intentado expresar tan francamente el paroxismo de las pasiones del corazón, pero ninguna música es menos enervante ni más consciente y dueña de su poder. Ninguna música antes que la suya aceptó expresar tan abiertamente lo trágico de la existencia, lo patético de los conflictos, el dolor y la angustia humanos, pero de ninguna música están tan ausentes la tristeza y el abatimiento; ninguna música produce, cada vez que se la escucha, un efecto más tonificante y más entusiasta. Ninguna música antes que la suya ha querido expresar tan conscientemente que la lucha es la naturaleza misma de la vida y la fuente de todo lo auténtico, pero ninguna música está más limpia de agresividad y sadismo, ninguna nos hace sentir tanto la sensación física de la bondad. Este luchador, este héroe, no experimenta ningún placer con la destrucción y la confusión. Los ritmos belicosos, las marchas guerreras que abundan en su obra, expresan el júbilo del triunfo, no se complacen en la amenaza de las matanzas ni en las nubes que presagian la muerte...”Pocas vidas han sido más dolorosas que las de Beethoven, pero pocas voluntades fueron tan fuertes y pocos temperamentos tan alegres a fuerza de estar vivos; no debemos, olvidar jamás ni lo uno ni lo otro si no queremos traicionarle. Frase de los autores: Jean y Brigitte Massin


Frases de Beethoven:

"Hacer todo el bien que se pueda, pensad también Amar por encima de todo la libertad. Y, aunque fuera por un trono, no traicionar jamás la verdad que os honra".

"Continúa, no ejercites tan sólo tu arte, sino penetra en su intimidad; él lo merece, pues sólo el arte y la ciencia elevan al hombre hasta la divinidad. Si alguna vez deseas alguna cosa, mi querida Emilia, escríbeme con toda confianza. El verdadero artista no tiene orgullo; bien sabe que el arte no tiene límites; siente oscuramente hasta qué punto está alejado de su objetivo, y mientras otros le admiran, deplora no haber llegado todavía allí donde su genio brilla para él como un sol lejano". (Carta a la pequeña Emilia)




"Para ahuyentar el pensamiento del mal que te aflige no podrás encontrar mejor medio que la ocupación".

"La vida se parece a la vibración de los sonidos y el hombre a la ejecución de los instrumentos de cuerda. Si el choque ha sido demasiado rudo, pierde su resonancia y nunca podrá volver a encontrarla, no le proporcionará más que sinsabores y no podrá unirse a los demás sin causar una disonancia que destruye el coro bien acoplado".
(Cita de La falta, drama de Müllner, copiado por BEETHOVEN)



"Mi reino está en el aire; como el viento a veces, así se arremolinan los sonidos, así esto da vueltas en mi alma".




"Acerca de todos los hombres, no dejar nunca ver el desprecio que merecen, pues es imposible saber si tendremos alguna vez necesidad de ellos".

"Nosotros, seres limitados de espíritu ilimitado, hemos nacido no sólo para el sufrimiento y para la alegría, y casi se podría decir que los más eminentes se apropian de la alegría a través del sufrimiento [durch Leiden Freude]"



"¡El Todopoderoso en el bosque! Me siento afortunado, lleno de felicidad, en el bosque: cada árbol habla a través de ti. ¡Oh Dios!, ¡qué esplendor! En semejante país de bosques, en la altura está el descanso, el descanso para servirle".



«¡Mi corazón se desborda ante la vista de la naturaleza, pero ella no está aquí!».


"Casi no voy a ninguna parte, pues no es posible frecuentar gentes con cuyas ideas no comulgo".


"El placer sensual sin la unión de las almas es propio de animales; una vez pasado, no queda ningún vestigio de un sentimiento generoso [edler Empfindung], tan sólo remordimientos".

"Mil bellos instantes desaparecen cuando los niños están en los institutos llenos de dureza, mientras que cerca de unos buenos padres podrían sentir las impresiones calurosas que persistían hasta la edad más avanzada".


"El descanso y la libertad son los dos bienes más grandes".




"Todo mal está lleno de misterio; si por sí solo ya es grande, aumenta cuando se habla de él con los demás; sólo la exacta comprensión de sus causas y de su alcance nos lo hacen más soportable".



"Las debilidades de la naturaleza humana se dan por la naturaleza misma, y la Razón soberana debe con su fuerza intentar dirigirlas y corregirlas".







"Beethoven tenía siempre aspecto serio; sus ojos muy vivos eran a veces soñadores, con la mirada un poco triste dirigida hacia lo alto, que he intentado reproducir en el retrato. Sus labios estaban cerrados; pero el trazo alrededor de su boca no era hosco […]. Sus ojos, gris azulado, tenían una extrema vivacidad. Cuando su cabellera se agitaba violentamente tenía algo de osiánico y de «demoniaco» […]. Cuando Beethoven vio el retrato me indicó que el arreglo del cabello le gustaba mucho así, ya que los otros pintores le habían representado muy atildado, como si tuviera que presentarse en la corte –decía–, y él no era así en absoluto". (Kloeber, autor del retrato)




Beethoven me dijo: «¿Qué es lo que os ha retenido para venir a verme? Seguramente os han contado un montón de absurdos y me han pintado como un ser desagradable, lunático, altivo, del que se puede apreciar la música, pero al que hay que evitar personalmente. Conozco estas malas lenguas mentirosas; como no encuentro más que raramente personas que comprendan mis sentimientos y mis pensamientos y por este motivo me conformo con pocos amigos, el mundo me considera sin corazón: me conoce mal». SCHLÖSSER



"¿Me preguntáis de dónde obtengo mis ideas? No puedo decirlo con certeza; surgen sin ser llamadas, inmediatamente o por etapas. Podría atraparlas con mis manos, en la naturaleza, en el bosque, paseando, en la calma de la noche, en la aurora; lo que las suscita es cierta disposición del espíritu [Stimmun], que se manifiesta con palabras en el poeta y en mí con sonidos, resonando, ruidosas e impulsivas, hasta que al fin se convierten en música». SCHLÖSSER



«¡Estoy obligado a recrearme en la naturaleza inmaculada y a purificar mi espíritu! […]. ¡Venid a ver conmigo a mis amigos, que no cambian nunca, los verdes bosques y los árboles altivos, la floresta y los senderos, donde los arroyos murmuran! ¡Sí, ved las cepas de las viñas, que desde lo alto de sus colinas extienden sus racimos al sol que les ha hecho madurar! ¡Sí, amigo mío, aquí no hay envidias ni artimañas!».



«Aquí, rodeado de las creaciones de la naturaleza, me siento a veces durante horas y mis sentidos se enervan con el espectáculo de los frutos de la naturaleza, que conciben y se reproducen. Aquí el sol en su majestad no se oculta detrás de uno de esos sucios tejados construidos por la mano del hombre; aquí el cielo azul es para mí un techo sublime. Cuando por la noche contemplo con asombro el cielo y el ejército de cuerpos luminosos, llamados soles o tierras, que gravitan eternamente en su órbita, mi espíritu se abalanza sobre esas estrellas alejadas por tantos millones de leguas, hacia la fuente primera donde nace todo lo que fue creado y donde volverán a nacer eternamente nuevas criaturas«.




»Sí, todo lo que toca el corazón viene de lo alto; de otra manera, ¿no es verdad que no habría más que sonidos, cuerpos sin alma? Mierda o tierra, ¿no es así? El alma debe elevarse de la tierra, donde ha sido exiliada por cierto tiempo la chispa divina, y lo mismo que en el campo, al que el labrador ha confiado la preciosa simiente, debe florecer y llevar muchos frutos, y después, así multiplicada, remontarse hacia la fuente de donde ha descendido. Porque sólo con un trabajo tenaz, con las fuerzas que le han sido prestadas, la criatura honra al Creador y Conservador de la naturaleza infinita».



Otra vez Schubert me dijo: «Él sabe todo, pero nosotros no podemos todavía comprenderle y correrá mucha agua por el Danubio antes de que todo lo que este hombre ha creado sea comprendido por todos. No solamente porque es el más sublime y el más fecundo de todos los músicos, sino también el más fuerte. Es tan fuerte en la música dramática como en la música épica, en la lírica como en la prosaica; en una palabra, puede con todo. Mozart, comparado con él, es como un Schiller en comparación con Shakespeare; Schiller ya ha sido comprendido, Shakespeare no lo será hasta dentro de mucho tiempo. Todo el mundo entiende ya a Mozart, nadie entiende a Beethoven. Para ello habría que tener mucho espíritu y aún más corazón, y ser indeciblemente desgraciado en amor o, simplemente, ser desgraciado». Schubert hablaba siempre con esta seriedad, este buen sentido, esta razón y esta precisión. SCHUBERT, según BRAUN VON BRAUNTHAL


El arte no está elevado sobre la vulgaridad, no está tampoco considerado, y sobre todo se lo aprecia poco desde el punto de vista de su remuneración. Beethoven se lamenta también de la dureza de los tiempos en el aspecto pecuniario […]. «Las circunstancias me encadenan aquí –dijo–, pero aquí ocurren cosas miserables y sucias. Desde arriba hasta abajo todo el mundo es gentuza. No puede uno fiarse de nadie. Quieren que trabajes y pagan como unos miserables, y nunca lo acordado”. (Testimonio de Bursy)


«El chico (Karl, su sobrino) llegará a ser artista o sabio, para que viva una vida más elevada y no caiga por completo en la vulgaridad. Sólo el artista y el sabio libre llevan la felicidad en ellos». Expresaba ideas magníficas sobre la vida. Cuando se callaba, su frente se plegaba, lo que le daba un aspecto tan sombrío que podría dar miedo, si no supiera que en el fondo el alma de un artista tan sublime debe ser hermosa. (Bursy)


 
"Desde el 15 de octubre tengo un catarro del que todavía me resiento, y mi arte también. Pero hay que esperar que esto mejore y que pueda de nuevo ser rico en mi pequeño reino de los sonidos; para todo lo demás soy pobre, ¿por los tiempos?, ¿por la pobreza de espíritu?, ¿o por qué?"

Pero qué humillación cuando alguien a mi lado oía el sonido de una flauta a lo lejos y yo ni la oía nada, o cuando alguien oía cantar a un pastor y yo tampoco oía nada. Tales situaciones me empujaban a la desesperación, y poco ha faltado para poner yo mismo fin a mi vida.
Es el arte, y sólo el, el que me ha salvado. ¡Ah! Me parecía imposible dejar el mundo antes de haber dado todo lo que sentía germinar en mí (…)

Divinidad, tú que desde lo alto ves el fondo de mi ser sabes que viven en mí el deseo de hacer el bien y el amor a la humanidad (…) Mi deseo es que vuestra vida sea mejor y menos triste que la mía; recomendad a vuestros hijos la Virtud, ella sola puede volvernos felices, y no el dinero; hablo por experiencia; es ella la que me ha reanimado en mi aflicción; le debo, como mi arte, no haber terminado mi vida con el suicidio". (Testamento de Heiligenstadt, dirigido a sus dos hermanos)


"¡No estoy bien más que cuando estoy en la libre naturaleza!».




Si Beethoven es un héroe igualmente por haberse realizado a despecho de su sordera, es un héroe ante todo por haber aceptado ser un pensador, en un ambiente donde todos hubieran querido que no lo fuera, y por haber hecho de su existencia una acción, conforme a sus intenciones más deliberadas y más expresas.


Exige del hombre que hay en él la misma rectitud, la misma perfección que en el artista. Se puede bromear por la insistencia con que habla de su «carácter moral»; ello proviene simplemente de que quiere ser el hombre capaz de crear la música que quiere crear. Por esto pide al morir que la totalidad de sus papeles, de los Cuadernos de Conversación también, sean conservados unidos y que sean accesibles a cualquier consulta. Pues sabe que nada de su vida es extraño a su obra.



Sabe lo que quiere; sabe que es el único músico de su tiempo que lo desea, y sabe que los músicos anteriores, por mucho que él los venere, no podían desearlo todavía: crear una música cuyo impulso sea tal que arrastre a los hombres a conquistar la alegría, en libertad, por medio de la acción temporal. «Aquel que ha comprendido una vez mi música, estará libre de todas las miserias en las que se arrastran los demás».




«Hombre, ¡ayúdate a ti mismo!». Desde lo más profundo de su experiencia, Beethoven lanza este grito. Sin ningún orgullo: ha comprobado que es su única receta. «No puedo buscar un punto de apoyo más que en lo más profundo, en lo más íntimo de mi ser; en el exterior no hay absolutamente ninguno para mí… Eres tú el que debes crearte todo en ti mismo». «Casi todo lo que he llegado a ser hasta aquí, no lo he conseguido más que por mí mismo».


Ausencia del padre y de la tranquilidad mental que asegura la armonía de una familia y de una educación humana; ausencia de ayuda en el nacimiento y desarrollo de su don musical. Ausencia de instrucción literaria y científica: el ambiente cultivado de la familia Breuning suplirá un poco esta laguna, y algunos cursos en la Universidad de Bonn; pero Beethoven, uno de los hombres más inteligentes y más ávidos de saber que ha conocido el mundo, debe descubrir todo por sí mismo.


Su feroz voluntad de independencia a toda costa (que pagó duramente) es parte integrante y fundamental de su heroísmo. Pero lo que le permitió ser él mismo, le retiraba al mismo tiempo toda facilidad y todo apoyo exterior para su desenvolvimiento. Siempre en el momento en que su esfuerzo por conquistar su lugar bajo el sol iba a ser coronado por el éxito, se produce un desmoronamiento que vuelve a ponerle en la situación de partida.

La evolución de la obra de Beethoven no tuvo ninguna relación con su sordera (...). La única incidencia desgraciada que la sordera operó sobre su carrera musical fue el prohibirle realizarse como virtuoso y más tarde como director de orquesta. En cambio, afecta profundamente a su vida personal. No solamente haciendo más difíciles, más susceptibles, más precarias, sus relaciones con el conjunto de la sociedad; no sólo volviendo más problemática la esperanza de un matrimonio o de un amor recíproco; sobre todo, haciéndole imposible en cierta forma el apoyarse en la amistad. «Para mí, se acabaron los incentivos de la sociedad de los hombres, las conversaciones inteligentes y las expansiones mutuas».



Lo que le permite crecer, utilizando los obstáculos y venciéndolos para lo esencial, es el hecho de que él cree en la voluntad. Beethoven no es sólo un hombre cuya voluntad se afirma a cada instante hasta el grado más alto, sino un hombre para quien la voluntad es el primer factor, y quizá el principal interés, de la vida. «¡Es tan hermosa la vida, poder vivirla mil veces!; pero no una vida tranquila, siento que no estoy hecho para eso».



Su noción del heroísmo se encamina menos a una glorificación de algunos superhombres que a una intuición dialéctica de la vida, y el héroe es el que, aceptando este hecho fundamental, asume el combate de la vida hasta conseguir la victoria. Esta victoria no es necesariamente el éxito, la obtención del objetivo propuesto, sino el no haber renunciado nunca al combate ni retrocedido en la batalla; es a veces el triunfo de Egmont en el instante de su muerte. Además, para Beethoven, ninguna victoria es suficiente, ninguna conquista es satisfactoria. Todos los objetivos que se propone son provisionales, y el solo hecho de alcanzarlos suscita otro debate vital por el que hay que abandonarlos.


«Nosotros, seres limitados de espíritu ilimitado, hemos nacido sólo para el sufrimiento y para la alegría, y casi se podría decir que los más eminentes se apropian de la alegría a través del sufrimiento».




Porque la naturaleza de la vida es la de ser actividad y lucha, y tiene para él, en el seno de la vida misma y no fuera de ella, una dialéctica del sufrimiento y de la alegría, del obstáculo y de la superación.



«Amar por encima de todo la libertad», escribe a los veintidós años, y veintiséis años más tarde: «En el mundo del arte, como en toda la creación, la libertad y el progreso son el objetivo».

El amor beethoveniano por la libertad se acompaña de un horror profundo por el juego, por todo lo que es frívolo y gratuito. Le gustan las bromas, los chistes, los juegos de palabras, ríe como un niño por cualquier cosa, y todo porque es verdaderamente libre. Pero se toma su vida y su arte en serio. No reivindica su libertad más que para consagrarse seriamente a crear una obra seria. Y las dificultades que encontrará para imponer su música a los diletantes de la sociedad que le rodea provienen en gran parte de aquí.



Crea, es sobre todo para él, como todo artista que se respete, porque solamente a este precio puede vivir. Pero es también para los otros, y no cesa de decirlo; está convencido de que sus obras aportarán un inmenso bienestar a la «pobre humanidad doliente», y muchas veces necesita creer en ello para encontrar el valor de seguir componiendo. Justamente por esto se exaspera, cuando el único resultado que obtiene es hacer sollozar a «niños mimados». No es esto lo que él esperaba. Ha escrito como si se tratase de una batalla; quiere sólo que su acción suscite otras; pretende estimular, pero no emocionar. «El corazón es la palanca de todo lo que es grande», pero la emoción es mala porque rompe los resortes del luchador. De aquí su desesperación, cuando ve que Goethe llora, en lugar de apresurarse a rivalizar con él en la creación poética. «Los artistas son de fuego; no lloran». «Para el hombre es necesario que la música avive el fuego de su espíritu».



Él mismo se refiere a su música: “ ¡Venida del corazón que vaya al corazón!”

Si quisiéramos decir una frase que caracterice a Beethoven como músico, diríamos que Beethoven es el músico que se ha consagrado a expresar y a impulsar el dinamismo del hombre. Expresa con su música la marcha, la acción y el combate de un hombre; el empujar con su música a los demás hombres a ponerse en camino, a actuar y a luchar.

«Vosotros, que pensáis que soy un ser odioso, obstinado, misántropo, o que me hacéis pasar por tal, ¡qué injustos sois! Ignoráis la secreta razón de lo que así os parece. Desde la infancia, mi corazón y mi espíritu se inclinaban a la bondad y a los tiernos sentimientos […] Nacido con un carácter ardiente y activo, inducido a las distracciones de la vida social, he debido muy pronto aislarme […] ¡Hombres, si leéis esto algún día, pensad que no habéis sido justos conmigo!».


«A veces vienen a mí palabras libres, salidas del corazón; por esto me toman por un loco».


No he conocido nunca un hombre que amase tanto la naturaleza como Beethoven; que se alegrase tanto ante la vista de las flores, las nubes o de cualquier otro fenómeno natural. La naturaleza era para él como el beber y el comer, y la necesitaba realmente para vivir”. (Charles Neate)


«¡Ningún hombre ama el campo tanto como yo! ¡Si sólo los bosques, los árboles, las piedras, devolvieran el eco que el hombre desea!».


"Estad persuadido de que la humanidad, aun en su caída, para mí es siempre sagrada".
Obra de Julius Schmid


Lo que sí es seguro es que el mundo que Beethoven intenta suscitar es un mundo humano, libre, igual, fraternal, donde reinen la paz y la alegría; no se contenta con rivalizar,para su creación incesante, con la incesante creación de la naturaleza… Toma el esfuerzo de la naturaleza a cuenta de su esfuerzo, y las dos creaciones son sólo una, en una comunión total, «en el templo de la naturaleza y de la humanidad».
Ésta es la esperanza de Beethoven. La obra que lo expresa con más precisión es la Novena Sinfonía. Y esta obra termina (o casi) con una especie de éxtasis religioso: «Hermanos, sobre la bóveda estrellada, tiene que habitar un Buen Padre. ¿Os postraréis, millones de seres? ¿Presientes al Creador mundo? Búscalo por encima de la bóveda...









Esta glorificación de la alegría, sobre las palabras de Schiller que Bethoveen proyecta desde que tiene veinte años , necesitaría más de treinta- repletos de los más duros combates- para poder ser realizada. Y la realizará al término de una sinfonía cuyo primer movimiento culmina, según su propia confesión, en la expresión de la desesperanza.
La alegría es la conquista misma; es la victoria en el seno del combate de la vida. La alegría es la creación misma; es la renovación en el seno de las fuerzas de la destrucción que la vida pone en marcha sin cesar. Por todo esto, cuando Beethoven expresa la alegría en su obra, no la separa casi nunca de los otros aspectos antagonistas de la misma realidad. Y es por esto también por lo que ninguna otra obra expresa y comunica una alegría tan auténtica como la suya.

Cuando compone sobre versos de Schiller, conserva y exalta los versos que hablan de Dios, pero elimina sistemáticamente los que celebran la alegría de ultratumba. Se entristezca o se alegre, sigue siendo fiel a la tierra con toda la fuerza de su amor.


 

 Hermosas y sabias palabras del director Iñígo Pírfano sobre la Novena Sinfonía




La Novena Sinfonía completa, una de las mejores versiones.





Cuando Moscheles escribe en la parte inferior de la partitura de Fidelio: «Terminado con la ayuda de Dios», Beethoven corrige, con enormes caracteres: «Hombre, ¡ayúdate a ti mismo!».





«En la cloaca en que nos encontramos todo está casi perdido; procuraremos tan sólo que no me pierda yo mismo por completo».





Choral Fantasy op. 80



Con gracia y dulzura
las armonías de nuestra vida
y el sentido de la belleza engendra
flores que eternamente florecen.

La paz y la alegría avanzan cual amigas
como el juego alternante de la olas;
y lo que insistía en ser rudo y hostil
se transforma en euforia.

Cuando en los sonidos reina la magia
y en las palabras la inspiración
se configura lo maravilloso,
noche y tempestad se vuelven luz.

Calma exterior y alegría interior
priman para el bienaventurado;
y el sol primaveral de las artes
permite que de ambas nazca luz.

Algo grande contenido en el pecho
florece de nuevo en toda su belleza;
si un espíritu se ha encumbrado
todo un coro de espíritus resuena siempre a su alrededor.

Aceptad, pues, almas bellas,
alegremente los dones del buen arte.
Cuando se unen el amor y la fuerza

el favor de los dioses al hombre recompensa.

Letra de Fantasía Coral , texto de Kuffner escrito según exigencias de Beethoven



Podemos decir que Mozart no es más que música. ¿Y Beethoven? Beethoven consagra su vida a la música, Beethoven ama apasionadamente su arte. Beethoven sacrifica todo lo demás a su arte. Beethoven existe antes de ser música. Beethoven es ante todo él mismo, y es por existir por lo que él crea su obra. Lo que más desea es la música, naturalmente, pero también desea la libertad, la acción, la felicidad, el amor conyugal. Sus Stimmungen no existen por venir de la música, es la música la que existe para expresar sus Stimmungen. De los dos genios, es Beethoven el que tiene la idea más sublime de la excelencia de la música entre las otras actividades humanas, pero es Beethoven también el que considera menos la música como un fin en sí, el que más ve en la música un medio al servicio de la existencia.


Pero cuando más encuentra el alma su alimento, más madura el espíritu, y llega a un feliz entendimiento con ella. Pocos alcanzan esto, pues lo mismo que millares de criaturas creen casarse por amor y no tienen ni una sola vez la revelación del amor- aunque todos lo profesen-, lo mismo millares de individuos hacen profesión de la música sin tener la menor intuición. Contiene en ella misma los gérmenes del sentido moral, como estan contenidos en todas las artes; una creación verdadera es moralmente un progreso (…)
El arte representa siempre a la divinidad, y los contactos con los hombres con él son una religión; lo que nosotros adquirimos por el arte viene de Dios, inspiración divina que da a las facultades humanas un objetivo que alcanzar.
La inteligencia como el grano de trigo, necesita un terreno húmedo, cálidamente eléctrico, para crecer, para pensar, para expresarse. . La música es el suelo eléctrico en que el espíritu vive, piensa, crea. La filosofía es un producto de este espíritu eléctrico; su propia indigencia, que quiere basar todo en un principio original, está realizada, aunque el espíritu no sea dueño de lo que él crea para ella; es, sin embargo, feliz en esta creación, y lo es también en toda creación espontánea del arte; independiente del artista, más poderosa aún que él, lleva a la divinidad, y no sostiene al hombre más que para dar testimonio de la acción de Dios en él. La música da al espíritu la idea de la armonía. Un pensamiento separado le ha hecho ya concebir un conjunto, una proximidad; así, cada pensamiento en la música está en contacto íntimo, inseparable, con el conjunto de la armonía, que es la unidad. – Todo lo que es eléctrico lleva al espíritu a una creación musical, activa, desbordante. – Yo soy de naturaleza eléctrica. (Apuntes sobre Beethoven de Bettina Brentano)





"Su difícil modo de ser y de conducirse puede seguramente retraer a ciertos vieneses alegres y divertidos. Y muchos de éstos, que reconocen igualmente su gran talento y su mérito, pueden no tener la suficiente humanidad y delicadeza como para aportar a este artista tierno, susceptible y desconfiado la posibilidad de una vida más agradable en la que encuentre la respuesta a sus exigencias de artista. Esto me traspasa el corazón cuando le veo triste y dolorido, este hombre bueno y excelente, y, sin embargo, estoy de nuevo convencido de que sus obras mejores y más originales no pueden ser producidas más que por esta disposición obstinada y profundamente melancólica. Los hombres, que son capaces de alegrarse con sus obras, no deberían perder nunca de vista esto, y no dejarse influir por alguna de sus extravagancias ni por la aspereza de su carácter. Entonces no sentirían hacia él más que pura y verdadera veneración". Reichardt



«Cuando abro los ojos, suspiro, pues todo lo que veo es contrario a mi culto, y me veo forzado a despreciar a este mundo incapaz de comprender que la música es una revelación superior a toda sapiencia y a toda filosofía”.

¡Que todo lo que se llama vida sea sacrificado a lo sublime y que constituya un santuario del Arte! “

A pesar de todo lo que he sufrido no he perdido ninguno de mis sentimientos de antaño por la infancia, la hermosa naturaleza y la amistad...”


El espíritu de los que trabajan no debe ser encadenado por miserables necesidades , y a causa de ello me veo privado de muchas cosas que hacen una vida más feliz... Para mí es el imperio intelectual y moral el que me es más querido, y me parece la más alta de todas las monarquías espirituales y temporales”

Ser diez veces más que un héroe: un verdadero hombre” Verso de Zacharias Werner copiado por Beethoven.

“Iría gustoso antes a tu casa, con los tuyos, que a las casas de muchos ricos en las que se adivina la pobreza de su espíritu... No reconozco en ningún hombre otro signo de superioridad más que la bondad. Ahí donde la encuentro, ahí está mi hogar” (Carta a la pequeña Emilia)

"¡Resignación , la más profunda resignación  a tu Destino! Sólo ella te permitirá aceptar los sacrificios que exige el servicio. ¡Oh dura lucha! Dedicarse a preparar todo lo necesario para el lejano viaje, todo lo que queda aún por hacer. Debes encontrar lo que garantice tu más querido anhelo; así DEBES CONSEGUIRLO POR ENCIMA DE TODO, mantenerte absolutamente firme en esa idea". "Sumisión- Resignación- ¡Resignación! De esta forma venceremos a la más profunda miseria".

La resignación beethoviana no es una virtud moral, ni la consecuencia de una actitud metafísica, es una actitud práctica y lo contrario a una capitulación. Beethoven seguirá siendo hasta su última hora esa "personalidad completamente indomable" que asustó al gran Goethe.

"Ahora el Destino me agarra con fuerza. ¡Que yo no desaparezca sin gloria en el polvo! ¡No; antes realizar una gran hazaña de la que las generaciones futuras oigan hablar!"



"Combate por el derecho y... la libertad. Sumisión al inexorable Destino de hierro...Las zarpas de hierro del Destino sólo destrozan los costados del débil. Aquel que tiene el espíritu de un héroe ofrece audazmente al Destino el arpa que el Creador ha puesto en su corazón... Hombre ¿puedes estar hundido? Él se levanta pronto y, purificado, escapa a la fatalidad y proclama su propio poder frente a la voluntad sagrada... ¿Qué puedo hacer? -¡Ser más que tu Destino!" (Zacharias Werner)


De su combate contra el Destino consiguió hacer la sustancia de su obra. "El Destino que llama a la puerta " no es más que el protagonista necesario para la afirmación de la vida, de la ternura y de la libertad que expresa en la Quinta Sinfonía.






En el primer fragmento el tema rítmico del Destino toma la iniciativa; otro tema, éste lleno de humanidad de esperanza, se opone a él; al término de su combate el hombre toma la ofensiva otra vez contra el Destino utilizando, pero en la tonalidad mayor, el mismo tema rítmico que al principio. Después de diversos episodios de la lucha, el hombre se revela como el más débil, y el Destino vuelve a adueñarse de su tema, de nuevo en menor y más contundente que nunca; al final del fragmento el Destino triunfa. 

En el segundo fragmento, el hombre vencido parece recuperar sus fuerzas en un motivo que se precisa y se intensifica a cada variación del andante –motivo que nos parece hecho de fraternidad viril y de esperanza en un futuro mejor–. El tema del Destino está apenas evocado; el hombre se consuela, afirma su libertad y la llamada para reemprender la lucha se hace más marcial a cada variación.

El tercer fragmento es el punto decisivo del tema. El scherzo se abre sobre lo que Schumann llamaba «el motivo interrogador» y donde veríamos un desafío al Destino, ya que esta vez el hombre toma la iniciativa. El Destino desafiado vuelve a tomar la ofensiva con el mismo tema rítmico e implacable que al comienzo del primer fragmento. Pero el trío porta esta vez una contraofensiva eficaz del hombre; el impulso que le arrastra gira, tropieza con varios obstáculos (sobre los que el tema se rompe bruscamente dos veces seguidas) y termina por superarlos. En la repetición del scherzo, el tema del Destino ha perdido su fuerza de percusión; se hace jadeante, desconcertado, atenuado. La libertad humana no se deja sumergir. 

En el pasaje al cuarto fragmento, el motivo del desafío que abría el scherzo aparece una vez más para desembocar esta vez en un triunfo definitivo. Se trata de explotar a fondo y de exaltar una victoria irreversible. El impulso conquistador de la humanidad liberada emprende, una vez más, el tema rítmico del Destino, ora con majestad, ora con un movimiento de galope. Esta «sinfonía de victoria» (utilizando los mismos términos del final de Egmont) se interrumpe un instante para una última evocación del tema rítmico del Destino, de nuevo en su estado puro, pero más agonizante todavía que al final del scherzo: ¿última ofensiva, rápidamente contenida del Destino, o simple evocación de las luchas anteriores? El despliegue final que termina en la apoteosis del hombre triunfante puede acomodarse con las dos interpretaciones.




Los últimos cuartetos expresan ese sentimiento de la madurez humana donde la conciencia y la acción no forman más que un todo en profundidad.

Un hombre está enamorado, melancólico, afectado por la muerte de un amigo, es víctima de una enfermedad; se manifiesta y resultan las Sonatas opus 14 y opus 10, núm. 3, el adagio del Cuarteto 1º, la Patética... Quien oye este canto, no tiene necesidad de conocer las circunstancias  exactas de las que ha nacido; siente que le atañe, se siente acompañado en su propia soledad.



Aceptaba lo mismo improvisar delante de aquellos que necesitaban su música para vivir , como se negaba con fuerza delante de los curiosos y de los importantes. Si viviera todavía, lo que le haría feliz no serían las lisonjas de los entendidos, sino saber que millones de hombres de todos los países, cada vez que le oyen, sienten mayor alegría para vivir, mayor fuerza para combatir.


Reconocemos gustosos que el carácter de Beethoven fue más el de una fiera que el de un animal doméstico (...) El forastero que llega a Viena, y que quiera visitar a Beethoven, es disuadido por todo el mundo, sobre todo por aquellos que pretenden conocer al gran hombre.  Se comenta que Beethoven es un oso desagradable, un bruto salvaje, un misántropo y además un sordo con el que es imposible hablar. ¿Cuántos se desanimaron sin duda y se fueron de Viena sin dar a Beethoven esta reconfortante prueba de admiración y de ternura que tanto le habría estimulado?... 
Sólo aquel que tiene un escudo protegiéndole el pecho se envalentona hasta llegar a enfrentarse  al monstruo.  Con el corazón palpitante  llama a la puerta; es introducido... y descubre al verdadero Beethoven. Un hombre bueno, sencillo, generoso, fácil para convivir, expansivo, cordial, alegre, servicial. Comprende enseguida  que en Beethoven este corazón y este genio son sólo uno; bastaba verdaderamente con escuchar su música para comprenderle.

Beethoven a veces tenía  que despedir a personas que, por esnobismo, venían a hacerle perder su tiempo. Estamos convencidos de que sus detractores se aprovecharon de esto para construir, sin esperar a su muerte, la leyenda de misántropo de Beethoven.




Y la esperanza, la compañera de toda su vida, no le abandonó nunca. La obra que él arrebata a la influencia de su Destino, Beethoven sabe que es una victoria, no sólo por el hecho de su propia realidad, sino por el hecho de que estimulará a los hombres para emprender otras victorias hasta el aniquilamiento del Destino.


Los hombres que han comprendido una vez su música deben ser libres de todas las miserias en las que los demás se arrastran, aquellos que responden a la llamada que Beethoven les dirige: "Alegres, como vuelan sus soles a través de la llanura espléndida del cielo, ¡recorred hermanos, vuestro camino; alegres como el héroe hacia la victoria!"
Jean y Briggite Massin






Mario Roso de Luna

(Autor de una pequeña obra biográfica sobre Beethoven, que recomiendo, algunos apuntes que he tomado...)



Beethoven siempre anhela , siempre cree y espera en realidades mejores y en el retorno de la alegría, la ilusión y la felicidad primera, ahora ya en un ambiente de celeste paz conquistada por el doloroso esfuerzo. Beethoven cierra siempre el ciclo retornando a la fuente primera de alegría con los tiempos finales, iluminados por el triunfo tras la lucha (en obras como las sinfonías No.3 o 5, o el final del adagio de la sonata 29 o del cuarteto 7.

¡Resignación, resignación absoluta con tu suerte! En adelante no vivirás para ti sino para los demás. Desde ahora no hay más felicidad para ti que en tu arte. ¡Oh Divinidad, concédeme fuerza para vencerme a mí mismo!”

Vivió Beethoven, con cortos intervalos, aislado del mundo durante los diez últimos años de su vida. Nadie ignora la pasión que concibió entonces por la Naturaleza, pasión de la que tantas huellas dejó en sus obras, especialmente en la Pastoral o Sexta Sinfonía. Identificado con los vientos y las tempestades, eco fiel de las que eternamente agitaban su alma, escribe: “Mi reino está en aire; mi alma vibra en los murmullos del viento a veces, así se arremolinan los sonidos, así da esto vueltas en mi alma”.





Aquí he escrito la escena, al borde del arroyo, y las codornices, las oropéndolas, los ruiseñores y los cuclillos la han compuesto conmigo”».

Espíritu independiente, no se aviene a divertir a nadie. Pictórico de ideas, quiere encarnar en cada obra una idea distinta: la heroica, la épica, la trágica, la dolorosa, la íntima. La música no es para él un motivo de diversión, sino una expansión intencionada; en las notas no se encierra la intención frívola... Su arte es al principio juvenil y ardoroso. Después es un arte de tristezas, de dolores, de luchas, un arte que avasalla y que domina siempre influido por un sentimiento desgarrador. En sus últimas obras, aislado del mundo por su sordera, su alma se agiganta, crece hasta adquirir proporciones inconcebibles, vive una vida de concentración interior, de intensidad espiritual...”

La Sinfonía heroica es la ruptura abierta de Beethoven con el mundo viejo de las anteriores sinfonías y el comienzo de una nueva era para la orquesta.




Muy buena recreación de la presentación de La Sinfonía Eroica



La sinfonía cuarta es la Sinfonía del amor, la sinfonía quinta, por el contrario , es el destino misterioso del hombre: sus cuatro notas iniciales , tres breves y una larga, son “la llamada del Destino a nuestra puerta”.

La Pastoral es el pasaje de música descriptiva más gigantesco que se conoce, con sus cinco tiempos se “Sensaciones agradables del campo”, “Junto al arroyo”, “Fiesta aldeana”, “La Tempestad” y “Acción de gracias después de la tormenta”.

La Séptima Sinfonía a mí me parece la bajada de Beethoven a los infiernos.

Cuando su arte último se ha asentado ya en las empíreas regiones de la sinfonía novena, de la gran misa y de las últimas sonatas, vuelve la vista hacia el cuarteto y confía a él las últimas vibraciones de su alma... La música de ellos parece como si de propósito despreciara toda apariencia bella, para reconcentrarse en la profundidad y en la esencia misma del sentimiento. La melodía abandona todo sentido cantable, para encarnar en breves motivos fuera de todo sentido melódico tradicional. 



 
Cuarteto de cuerdas no 14 Op. 131 en Do# menor,  el favorito de Beethoven.


Para penetrar en la interioridad de estas obras, tiene que colocarse el oyente en un estado de recogimiento y de abstracción. “Millares de personas se quedarán sin entenderlos”, decía Beethoven mismo; y como respondiendo a su profecía, se han destacado dos corrientes de opinión: la de los que, no penetrándolas, las juzgaban delirios de un cerebro enfermo, incomprensibles y no bellas, explicando sus armonías extrañas y sus combinaciones rítmicas como consecuencia de su sordera; y los que, habiendo llegado a asimilarse ese arte lo declaraban el más elevado de cuanto la música ha producido.




Cavatina quinto movimiento del 13.º Cuarteto. «nunca su propia música había hecho sobre él tal impresión; incluso cuando revivía este fragmento todavía le costaba algunas lágrimas». Schindler

 
 "Canto de acción de gracias sagrado de un convaleciente".

 
Escena de la película Copying Beethoven,  aunque no esté basada en hechos totalmente verídicos nos muestra un Beethoven más humano.

 

Op. 133 Gran Fuga para cuarteto de cuerdas no.13 «Hacer una fuga no es arte; yo he hecho docenas de ellas en mis tiempos de estudiante. Pero la imaginación reclama también sus derechos, y hoy es necesario que otro espíritu, verdaderamente poético, entre en la forma antigua».


 Razumovsky op. 59 no.1 3 er. Movimiento


"Él así, sin estar turbado ahora por el ruido de la vida, escucha sólo las armonías de su alma, y continúa desde el fondo de su ser hablando a un mundo que ya nada puede decirle. Ahora la vista del músico se esclarece en su interior. Ahora proyecta su mirada sobre las formas, que iluminadas por su luz interna, comunícanse de nuevo a su ser íntimo. Ahora es la esencia misma de las cosas la que le habla, la que se las muestra a la tranquila luz de la Belleza. Y en ese momento, esta serenidad maravillosa, convertida para él en la esencia misma de la música. Aun la queja, elemento natural de todo sonido, se suaviza en una sonrisa: el mundo vuelve a encontrar su inocencia de niño..."