lunes, 29 de febrero de 2016

Madrid, como de otra época...

Día de viernes lluvioso y frío en la zona de Ópera en Madrid que aparecía extrañamente desierta, sin los acostumbrados turistas y paseantes, sin sus músicos en la calle. El Palacio Real, sin los visitantes inundando sus inmediaciones, parecía traer vestigios de otras épocas, quizá más esplendorosas... Un buen día -a pesar del tiempo- para fotografiar tan emblemáticos edificios como la Catedral de la Almudena, el Palacio Real y el Teatro Real, que parecen emanar un encanto como de otra época...





jueves, 25 de febrero de 2016

Un músico para la Humanidad



"La música es una revelación más sublime que toda sabiduría y toda filosofía" 

 


"Amar por encima del todo la Libertad..No traicionar jamás la verdad"



Buscando una biografía sobre Beethoven que fuera fidedigna y bien narrada encontramos una obra muy bien escrita y de lectura amena. Los autores son el matrimonio Jean y Brigitte Massin. He disfrutado mucho su lectura, pues es importante para comprender la  obra musical de un compositor conocer un poco más sobre el ser humano que hay detrás, sus sufrimientos, sus luchas, sus creencias... Muy diferente es informarse a través del cine sobre todo si está basado en historias no verídicas y muy edulcoradas y sensacionalistas que dan una imagen distorsionada del verdadero ser humano que hay detrás de la música, propagando el tópico del "genio loco" del genio inteligente, sí pero trastornado. Es un concepto muy superficial y también es lógico, el cine necesita más que nada entretener. Pero la realidad es más profunda y compleja. Aunque no lleguemos a conocerle íntimamente, mucho podemos intuir a través de la correspodencia escrita, testimonios de amigos y conocidos y sobre todo, ¡claro está! a través de su música, que una vez mejor informados sobre la vida del autor disfrutaremos muchísimo más pues nos llegará aún más directo su mensaje.

 Comparto con vosotros un compilado de párrafos y frases que he considerado de importancia no sólo para comprender su música sino sobre muchas cosas de la vida en general:  la lucha, el sufrimiento, la alegría, la voluntad, el amor, la amistad, la pasión... Su legado es musical y fundamentalmente espiritual, todo esto nos dejó Beethoven. En su vida sufrió la pobreza material, la enfermedad, el abandono, pero su voluntad vital y artística eran tan fuertes que legó a la Humanidad- en la que a pesar de todo él nunca dejó de creer- una de las obras musicales más bellas jamás creadas.



Ludwing Van Beethoven, Jean y Brigitte Massin

Ninguna música antes que la suya ha intentado expresar tan francamente el paroxismo de las pasiones del corazón, pero ninguna música es menos enervante ni más consciente y dueña de su poder. Ninguna música antes que la suya aceptó expresar tan abiertamente lo trágico de la existencia, lo patético de los conflictos, el dolor y la angustia humanos, pero de ninguna música están tan ausentes la tristeza y el abatimiento; ninguna música produce, cada vez que se la escucha, un efecto más tonificante y más entusiasta. Ninguna música antes que la suya ha querido expresar tan conscientemente que la lucha es la naturaleza misma de la vida y la fuente de todo lo auténtico, pero ninguna música está más limpia de agresividad y sadismo, ninguna nos hace sentir tanto la sensación física de la bondad. Este luchador, este héroe, no experimenta ningún placer con la destrucción y la confusión. Los ritmos belicosos, las marchas guerreras que abundan en su obra, expresan el júbilo del triunfo, no se complacen en la amenaza de las matanzas ni en las nubes que presagian la muerte...

Pocas vidas han sido más dolorosas que las de Beethoven, pero pocas voluntades fueron tan fuertes y pocos temperamentos tan alegres a fuerza de estar vivos; no debemos, olvidar jamás ni lo uno ni lo otro si no queremos traicionarle. Frase de los autores:

Jean y Brigitte Massin. Ludwig van Beethoven


 



 "Hacer todo el bien que se pueda,Pensad también Amar por encima de todo la libertad.Y, aunque fuera por un trono, No traicionar jamás la verdad que os honra".


"Continúa, no ejercites tan sólo tu arte, sino penetra en su intimidad; él lo merece, pues sólo el arte y la ciencia elevan al hombre hasta la divinidad. Si alguna vez deseas alguna cosa, mi querida Emilia, escríbeme con toda confianza. El verdadero artista no tiene orgullo; bien sabe que el arte no tiene límites; siente oscuramente hasta qué punto está alejado de su objetivo, y mientras otros le admiran, deplora no haber llegado todavía allí donde su genio brilla para él como un sol lejano". (Carta a la pequeña Emilia)





"Para ahuyentar el pensamiento del mal que te aflige no podrás encontrar mejor medio que la ocupación".

La vida se parece a la vibración de los sonidos y el hombre a la ejecución de los instrumentos de cuerda. Si el choque ha sido demasiado rudo, pierde su resonancia y nunca podrá volver a encontrarla, no le proporcionará más que sinsabores y no podrá unirse a los demás sin causar una disonancia que destruye el coro bien acoplado.

(Cita de La falta, drama de Müllner, copiado por BEETHOVEN)




 "Mi reino está en el aire; como el viento a veces, así se arremolinan los sonidos, así esto da vueltas en mi alma".










"Acerca de todos los hombres, no dejar nunca ver el desprecio que merecen, pues es imposible saber si tendremos alguna vez necesidad de ellos".


"Nosotros, seres limitados de espíritu ilimitado, hemos nacido no sólo para el sufrimiento y para la alegría, y casi se podría decir que los más eminentes se apropian de la alegría a través del sufrimiento [durch Leiden Freude]"



"¡El Todopoderoso en el bosque! Me siento afortunado, lleno de felicidad, en el bosque: cada árbol habla a través de ti. ¡Oh Dios!, ¡qué esplendor! En semejante país de bosques, en la altura está el descanso, el descanso para servirle".



«¡Mi corazón se desborda ante la vista de la naturaleza, pero ella no está aquí!».

"Casi no voy a ninguna parte, pues no es posible frecuentar gentes con cuyas ideas no comulgo".




"El placer sensual sin la unión de las almas es propio de animales; una vez pasado, no queda ningún vestigio de un sentimiento generoso [edler Empfindung], tan sólo remordimientos". 

BEETHOVEN (antes del 30 de abril de 1817)

"Mil bellos instantes desaparecen cuando los niños están en los institutos llenos de dureza, mientras que cerca de unos buenos padres podrían sentir las impresiones calurosas que persistían hasta la edad más avanzada". 

"El descanso y la libertad son los dos bienes más grandes".




"Todo mal está lleno de misterio; si por sí solo ya es grande, aumenta cuando se habla de él con los demás; sólo la exacta comprensión de sus causas y de su alcance nos lo hacen más soportable".


"Las debilidades de la naturaleza humana se dan por la naturaleza misma, y la Razón soberana debe con su fuerza intentar dirigirlas y corregirlas".






"Beethoven tenía siempre aspecto serio; sus ojos muy vivos eran a veces soñadores, con la mirada un poco triste dirigida hacia lo alto, que he intentado reproducir en el retrato. Sus labios estaban cerrados; pero el trazo alrededor de su boca no era hosco […]. Sus ojos, gris
azulado, tenían una extrema vivacidad. Cuando su cabellera se agitaba violentamente tenía algo de osiánico y de «demoniaco» […]. Cuando Beethoven vio el retrato me indicó que el arreglo del cabello le gustaba mucho así, ya que los otros pintores le habían representado muy atildado, como si tuviera que presentarse en la corte –decía–, y él no era así en absoluto". 

KLOEBER




«A veces –añade– vienen a mí palabras libres, salidas del corazón; por esto me toman por un loco».





Beethoven me dijo: «¿Qué es lo que os ha retenido para venir a verme? Seguramente os han contado un montón de absurdos y me han pintado como un ser desagradable, lunático, altivo, del que se puede apreciar la música, pero al que hay que evitar personalmente. Conozco estas malas lenguas mentirosas; como no encuentro más que raramente personas que comprendan mis sentimientos y mis pensamientos y por este motivo me conformo con pocos amigos, el mundo me considera sin corazón: me conoce mal».  SCHLÖSSER



"¿Me preguntáis de dónde obtengo mis ideas? No puedo decirlo con certeza; surgen sin ser llamadas, inmediatamente o por etapas. Podría atraparlas con mis manos, en la naturaleza, en el bosque, paseando, en la calma de la noche, en la aurora; lo que las suscita es cierta disposición del espíritu [Stimmun], que se manifiesta con palabras en el poeta y en mí con sonidos, resonando, ruidosas e impulsivas, hasta que al fin se convierten en música». SCHLÖSSER






«Aquí, rodeado de las creaciones de la naturaleza, me siento a veces durante horas y mis sentidos se enervan con el espectáculo de los frutos de la naturaleza, que conciben y se reproducen. Aquí el sol en su majestad no se oculta detrás de uno de esos sucios tejados construidos por la mano del hombre; aquí el cielo azul es para mí un techo sublime. Cuando por la noche contemplo con asombro el cielo y el ejército de cuerpos luminosos, llamados soles o tierras, que gravitan eternamente en su órbita, mi espíritu se abalanza sobre esas estrellas alejadas por tantos millones de leguas, hacia la fuente primera donde nace todo lo que fue creado y donde volverán a nacer eternamente nuevas criaturas".



»Sí, todo lo que toca el corazón viene de lo alto; de otra manera, ¿no es verdad que no habría más que sonidos, cuerpos sin alma? Mierda o tierra, ¿no es así? El alma debe elevarse de la tierra, donde ha sido exiliada por cierto tiempo la chispa divina, y lo mismo que en el campo, al que el labrador ha confiado la preciosa simiente, debe florecer y llevar muchos frutos, y después, así multiplicada, remontarse hacia la fuente de donde ha descendido. Porque sólo con un trabajo tenaz, con las fuerzas que le han sido prestadas, la criatura honra al Creador y Conservador de la naturaleza infinita».



Otra vez Schubert me dijo: «Él sabe todo, pero nosotros no podemos todavía comprenderle y correrá mucha agua por el Danubio antes de que todo lo que este hombre ha creado sea comprendido por todos. No solamente porque es el más sublime y el más fecundo de todos los músicos, sino también el más fuerte. Es tan fuerte en la música dramática como en la música épica, en la lírica como en la prosaica; en una palabra, puede con todo. Mozart, comparado con él, es como un Schiller en comparación con Shakespeare; Schiller ya ha sido comprendido, Shakespeare no lo será hasta dentro de mucho tiempo. Todo el mundo entiende ya a Mozart, nadie entiende a Beethoven. Para ello habría que tener mucho espíritu y aún más corazón, y ser indeciblemente desgraciado en amor o, simplemente, ser desgraciado». Schubert hablaba siempre con esta seriedad, este buen sentido, esta razón y esta precisión. SCHUBERT, según BRAUN VON BRAUNTHAL



¡No estoy bien más que cuando estoy en la libre naturaleza!».




Si Beethoven es un héroe igualmente por haberse realizado a despecho de su sordera, es un héroe ante todo por haber aceptado ser un pensador, en un ambiente donde todos hubieran querido que no lo fuera, y por haber hecho de su existencia una acción, conforme a sus intenciones más deliberadas y más expresas.


Exige del hombre que hay en él la misma rectitud, la misma perfección que en el artista. Se puede bromear por la insistencia con que habla de su «carácter moral»; ello proviene simplemente de que quiere ser el hombre capaz de crear la música que quiere crear. Por esto pide al morir que la totalidad de sus papeles, de los Cuadernos de Conversación también, sean conservados unidos y que sean accesibles a cualquier consulta. Pues sabe que nada de su vida es extraño a su obra.



Sabe lo que quiere; sabe que es el único músico de su tiempo que lo desea, y sabe que los músicos anteriores, por mucho que él los venere, no podían desearlo todavía: crear una música cuyo impulso sea tal que arrastre a los hombres a conquistar la alegría, en libertad, por medio de la acción temporal. «Aquel que ha comprendido una vez mi música, estará libre de todas las miserias en las que se arrastran los demás».
 

 
«Hombre, ¡ayúdate a ti mismo!». Desde lo más profundo de su experiencia, Beethoven lanza este grito. Sin ningún orgullo: ha comprobado que es su única receta. «No puedo buscar un punto de apoyo más que en lo más profundo, en lo más íntimo de mi ser; en el exterior no hay absolutamente ninguno para mí… Eres tú el que debes crearte todo en ti mismo». «Casi todo lo que he llegado a ser hasta aquí, no lo he conseguido más que por mí mismo».


Ausencia del padre y de la tranquilidad mental que asegura la armonía de una familia y de una educación humana; ausencia de ayuda en el nacimiento y desarrollo de su don musical. Ausencia de instrucción literaria y científica: el ambiente cultivado de la familia Breuning suplirá un poco esta laguna, y algunos cursos en la Universidad de Bonn; pero Beethoven, uno de los hombres más inteligentes y más ávidos de saber que ha conocido el mundo, debe descubrir todo por sí mismo.


Su feroz voluntad de independencia a toda costa (que pagó duramente) es parte integrante y fundamental de su heroísmo. Pero lo que le permitió ser él mismo, le retiraba al mismo tiempo toda facilidad y todo apoyo exterior para su desenvolvimiento. Siempre en el momento en que su esfuerzo por conquistar su lugar bajo el sol iba a ser coronado por el éxito, se produce un desmoronamiento que vuelve a ponerle en la situación de partida.

La evolución de la obra de Beethoven no tuvo ninguna relación con su sordera. La única incidencia desgraciada que la sordera operó sobre su carrera musical fue el prohibirle realizarse como virtuoso y más tarde como director de orquesta. En cambio, afecta profundamente a su vida personal. No solamente haciendo más difíciles, más susceptibles, más precarias, sus relaciones con el conjunto de la sociedad; no sólo volviendo más problemática la esperanza de un matrimonio o de un amor recíproco; sobre todo, haciéndole imposible en cierta forma el apoyarse en la amistad. «Para mí, se acabaron los incentivos de la sociedad de los hombres, las conversaciones inteligentes y las expansiones mutuas».


Lo que le permite crecer, utilizando los obstáculos y venciéndolos para lo esencial, es el hecho de que él cree en la voluntad. Beethoven no es sólo un hombre cuya voluntad se afirma a cada instante hasta el grado más alto, sino un hombre para quien la voluntad es el primer factor, y quizá el principal interés, de la vida. «¡Es tan hermosa la vida, poder vivirla mil veces!; pero no una vida tranquila, siento que no estoy hecho para eso».



Su noción del heroísmo se encamina menos a una glorificación de algunos superhombres que a una intuición dialéctica de la vida, y el héroe es el que, aceptando este hecho fundamental, asume el combate de la vida hasta conseguir la victoria. Esta victoria no es necesariamente el éxito, la obtención del objetivo propuesto, sino el no haber renunciado nunca al combate ni retrocedido en la batalla; es a veces el triunfo de Egmont en el instante de su muerte. Además, para Beethoven, ninguna victoria es suficiente, ninguna conquista es satisfactoria. Todos los objetivos que se propone son provisionales, y el solo hecho de alcanzarlos suscita otro debate vital por el que hay que abandonarlos.

 
«Nosotros, seres limitados de espíritu ilimitado, hemos nacido sólo para el sufrimiento y para la alegría, y casi se podría decir que los más eminentes se apropian de la alegría a través del sufrimiento».




Porque la naturaleza de la vida es la de ser actividad y lucha, y tiene para él, en el seno de la vida misma y no fuera de ella, una dialéctica del sufrimiento y de la alegría, del obstáculo y de la superación.






«Amar por encima de todo la libertad», escribe a los veintidós años, y veintiséis años más tarde: «En el mundo del arte, como en toda la creación, la libertad y el progreso son el objetivo».

El amor beethoveniano por la libertad se acompaña de un horror profundo por el juego, por todo lo que es frívolo y gratuito. Le gustan las bromas, los chistes, los juegos de palabras, ríe como un niño por cualquier cosa, y todo porque es verdaderamente libre. Pero se toma su vida y su arte en serio. No reivindica su libertad más que para consagrarse seriamente a crear una obra seria. Y las dificultades que encontrará para imponer su música a los diletantes de la sociedad que le rodea provienen en gran parte de aquí.



"Crea, es sobre todo para él, como todo artista que se respete, porque solamente a este precio puede vivir. Pero es también para los otros, y no cesa de decirlo; está convencido de que sus obras aportarán un inmenso bienestar a la «pobre humanidad doliente», y muchas veces necesita creer en ello para encontrar el valor de seguir componiendo. Justamente por esto se exaspera, cuando el único resultado que obtiene es hacer sollozar a «niños mimados». No es esto lo que él esperaba. Ha escrito como si se tratase de una batalla; quiere sólo que su acción suscite otras; pretende estimular, pero no emocionar. «El corazón es la palanca de todo lo que es grande», pero la emoción es mala porque rompe los resortes del luchador. De aquí su desesperación, cuando ve que Goethe llora, en lugar de apresurarse a rivalizar con él en la creación poética. «Los artistas son de fuego; no lloran». «Para el hombre es necesario que la música avive el fuego de su espíritu».

Frase de los autores:

Jean y Brigitte Massin. Ludwig van Beethoven



«Vosotros, que pensáis que soy un ser odioso, obstinado, misántropo, o que me hacéis pasar por tal, ¡qué injustos sois! Ignoráis la secreta razón de lo que así os parece. Desde la infancia, mi corazón y mi espíritu se inclinaban a la bondad y a los tiernos sentimientos […] Nacido con un carácter ardiente y activo, inducido a las distracciones de la vida social, he debido muy pronto aislarme […] ¡Hombres, si leéis esto algún día, pensad que no habéis sido justos conmigo!».
 
«A veces vienen a mí palabras libres, salidas del corazón; por esto me toman por un loco».






«¡Ningún hombre ama el campo tanto como yo! ¡Si sólo los bosques, los árboles, las piedras, devolvieran el eco que el hombre desea!».



Lo que sí es seguro es que el mundo que Beethoven intenta suscitar es un mundo humano, libre, igual, fraternal, donde reinen la paz y la alegría; no se contenta con rivalizar,para su creación incesante, con la incesante creación de la naturaleza… Toma el esfuerzo de la naturaleza a cuenta de su esfuerzo, y las dos creaciones son sólo una, en una comunión total, «en el templo de la naturaleza y de la humanidad».
Ésta es la esperanza de Beethoven. La obra que lo expresa con más precisión es la Novena Sinfonía. Y esta obra termina (o casi) con una especie de éxtasis religioso: «Hermanos, sobre la bóveda estrellada, tiene que habitar un Buen Padre. ¿Os postraréis, millones de seres? ¿Presientes al Creador mundo? Búscalo por encima de la bóveda».






Cuando Moscheles escribe en la parte inferior de la partitura de Fidelio: «Terminado con la ayuda de Dios», Beethoven corrige, con enormes caracteres: «Hombre, ¡ayúdate a ti mismo!».





«En la cloaca en que nos encontramos todo está casi perdido; procuraremos tan sólo que no me pierda yo mismo por completo».




Podemos decir que Mozart no es más que música. ¿Y Beethoven? Beethoven consagra su vida a la música, Beethoven ama apasionadamente su arte. Beethoven sacrifica todo lo demás a su arte. Beethoven existe antes de ser música. Beethoven es ante todo él mismo, y es por existir por lo que él crea su obra. Lo que más desea es la música, naturalmente, pero también desea la libertad, la acción, la felicidad, el amor conyugal. Sus Stimmungen no existen por venir de la música, es la música la que existe para expresar sus Stimmungen. De los dos genios, es Beethoven el que tiene la idea más sublime de la excelencia de la música entre las otras actividades humanas, pero es Beethoven también el que considera menos la música como un fin en sí, el que más ve en la música un medio al servicio de la existencia.


“Pero cuando más encuentra el alma su alimento, más madura el espíritu, y llega a un feliz
entendimiento con ella. Pocos alcanzan esto, pues lo mismo que millares de criaturas creen casarse por amor y no tienen ni una sola vez la revelación del amor- aunque todos lo profesen-, lo mismo millares de individuos hacen profesión de la música sin tener la menor intuición. Contiene en ella misma los gérmenes del sentido moral, como estan contenidos en todas las artes; una creación verdadera es moralmente un progreso (…)
El arte representa siempre a la divinidad, y los contactos con los hombres con él son una religión; lo que nosotros adquirimos por el arte viene de Dios, inspiración divina que da a las facultades humanas un objetivo que alcanzar.
La inteligencia como el grano de trigo, necesita un terreno húmedo, cálidamente eléctrico, para crecer, para pensar, para expresarse. . La música es el suelo eléctrico en que el espíritu vive, piensa, crea. La filosofía es un producto de este espíritu eléctrico; su propia indigencia, que quiere basar todo en un principio original, está realizada, aunque el espíritu no sea dueño de lo que él crea para ella; es, sin embargo, feliz en esta creación, y lo es también en toda creación espontánea del arte; independiente del artista, más poderosa aún que él, lleva a la divinidad, y no sostiene al hombre más que para dar testimonio de la acción de Dios en él. La música da al espíritu la idea de la armonía. Un pensamiento separado le ha hecho ya concebir un conjunto, una proximidad; así, cada pensamiento en la música está en contacto íntimo, inseparable, con el conjunto de la armonía, que es la unidad. – Todo lo que es eléctrico lleva al espíritu a una creación musical, activa, desbordante. – Yo soy de naturaleza eléctrica. (Bettina Brentano, apuntes)




Coro de presos, ópera Fidelio: 


"¡Oh qué delicia, respirar el aire libre a nuestro alrededor
Sólo aquí está la vida
La prisión es una tumba
Queremos confiar en la ayuda de Dios 

La voz de la esperanza aún susurra
seremos ricos, encontraremos la paz

¡Oh Cielo! ¡Salvación!
¡Qué felicidad! ¡Oh, Libertad ¿volverás algún día?"


«Cuando abro los ojos, suspiro, pues todo lo que veo es contrario a mi culto, y me veo forzado a despreciar a este mundo incapaz de comprender que la música es una revelación superior a toda sapiencia y a toda filosofía«.

“¡Que todo lo que se llama vida sea sacrificado a lo sublime y que constituya un santuario del Arte! “

“A pesar de todo lo que he sufrido no he perdido ninguno de mis sentimientos de antaño por la infancia, la hermosa naturaleza y la amistad...”


“El espíritu de los que trabajan no debe ser encadenado por miserables necesidades , y a causa de ello me veo privado de muchas cosas que hacen una vida más feliz... Para mí es el imperio intelectual y moral el que me es más querido, y me parece la más alta de todas las monarquías espirituales y temporales”

“Ser diez veces más que un héroe: un verdadero hombre” Verso de Zacharias Werner copiado por Beethoven.

“No reconozco en ningún hombre otro signo de superioridad más que la bondad. Ahí donde la encuentro, ahí está mi hogar” (Carta a la pequeña Emilia)



Mario Roso de Luna (Autor de otra pequeña obra biográfica que quiero compartir)


"Beethoven siempre anhela , siempre cree y espera en realidades mejores y en el retorno de la alegría, la ilusión y la felicidad primera, ahora ya en un ambiente de celeste paz conquistada por el doloroso esfuerzo. Beethoven cierra siempre el ciclo retornando a la fuente primera de alegría con los tiempos finales, iluminados por el triunfo tras la lucha (en obras como las sinfonías No.3 o 5, o el final del adagio de la sonata 29 o del cuarteto 7".
 

“¡Resignación, resignación absoluta con tu suerte! En adelante no vivirás para ti sino para los demás. Desde ahora no hay más felicidad para ti que en tu arte. ¡Oh Divinidad, concédeme fuerza para vencerme a mí mismo!”

Vivió Beethoven, con cortos intervalos, aislado del mundo durante los diez últimos años de su vida. Nadie ignora la pasión que concibió entonces por la Naturaleza, pasión de la que tantas huellas dejó en sus obras, especialmente en la Pastoral o Sexta Sinfonía. Identificado con los vientos y las tempestades, eco fiel de las que eternamente agitaban su alma, escribe: “Mi reino está en aire; mi alma vibra en los murmullos del viento a veces, así se arremolinan los sonidos, así da esto vueltas en mi alma”




Espíritu independiente, no se aviene a divertir a nadie. Pictórico de ideas, quiere encarnar en cada obra una idea distinta: la heroica, la épica, la trágica, la dolorosa, la íntima. La música no es para él un motivo de diversión, sino una expansión intencionada; en las notas no se encierra la intención frívola... Su arte es al principio juvenil y ardoroso. Después es un arte de tristezas, de dolores, de luchas, un arte que avasalla y que domina siempre influido por un sentimiento desgarrador. En sus últimas obras, aislado del mundo por su sordera, su alma se agiganta, crece hasta adquirir proporciones inconcebibles, vive una vida de concentración interior, de intensidad espiritual...”

La Sinfonía heroica es la ruptura abierta de Beethoven con el mundo viejo de las anteriores sinfonías y el comienzo de una nueva era para la orquesta.



La sinfonía cuarta es la Sinfonía del amor, la sinfonía quinta, por el contrario , es el destino misterioso del hombre: sus cuatro notas iniciales , tres breves y una larga, son “la llamada del Destino a nuestra puerta”.

La Pastoral es el pasaje de música descriptiva más gigantesco que se conoce, con sus cinco tiempos se “Sensaciones agradables del campo”, “Junto al arroyo”, “Fiesta aldeana”, “La Tempestad” y “Acción de gracias después de la tormenta”.




La Séptima Sinfonía a mí me parece la bajada de Beethoven a los infiernos.

Cuando su arte último se ha asentado ya en las empíreas regiones de la sinfonía novena, de la gran misa y de las últimas sonatas, vuelve la vista hacia el cuarteto y confía a él las últimas vibraciones de su alma... La música de ellos parece como si de propósito despreciara toda apariencia bella, para reconcentrarse en la profundidad y en la esencia misma del sentimiento. La melodía abandona todo sentido cantable, para encarnar en breves motivos fuera de todo sentido melódico tradicional. 




 



Para penetrar en la interioridad de estas obras, tiene que colocarse el oyente en un estado de recogimiento y de abstracción. “Millares de personas se quedarán sin entenderlos”, decía Beethoven mismo; y como respondiendo a su profecía, se han destacado dos corrientes de opinión: la de los que, no penetrándolas, las juzgaban delirios de un cerebro enfermo, incomprensibles y no bellas, explicando sus armonías extrañas y sus combinaciones rítmicas como consecuencia de su sordera; y los que, habiendo llegado a asimilarse ese arte lo 
declaraban el más elevado de cuanto la música ha producido.






Él así, sin estar turbado ahora por el ruido de la vida, escucha sólo las armonías de su alma, y continúa desde el fondo de su ser hablando a un mundo que ya nada puede decirle. Ahora la vista del músico se esclarece en su interior. Ahora proyecta su mirada sobre las formas, que iluminadas por su luz interna, comunícanse de nuevo a su ser íntimo. Ahora es la esencia misma de las cosas la que le habla, la que se las muestra a la tranquila luz de la Belleza. Y en ese momento, esta serenidad maravillosa, convertida para él en la esencia misma de la música. Aún la queja, elemento natural de todo sonido, se suaviza en una sonrisa: el mundo vuelve a encontrar su inocencia de niño...




 "El genio de Beethoven pertenece también a la Humanidad. Es privilegio de los verdaderos poetas demostrarnos que los seres humanos tenemos muchas maneras de recocijarnos y de sufrir. Del mismo modo, toda alma atormentada se reconocerá en el tempestuoso final de la Appasionata, y no podrá oír los motivos iniciales sin recibir la orden imperiosa de volver a sí misma. Una obra como el inmortal Cuarteto XIV nos eleva sobre todas las miserias y todas las mezquindades de la vida y nos prepara para oír los consejos de la bondad, de la dulzura, de la meditación interior: consejos que precisó el mismo Beethoven y que dio a todos los hombres. Almas que sufrís, espíritus generosos: ¡Tomad a aquel hombre por vuestro compañero!"
Vida de Beethoven, Edouard Herriot








"Cuando tengáis el alma profundamente agitada, debéis oír a Beethoven. Él serenará vuestra tempestad. Vuestro dolor, turbación, duda o desconsuelo: vuestros sentimientos obscuros, confusos, sombríos..., harán resaltar doblemente todos los tesoros de majestuosa pureza que se encierran en la sobrehumana música de Beethoven..... Después, al recordar que lo que acabáis de oír es la inspiración recibida por uno de vuestros semejantes, olvidaréis todos los crímenes y errores de la humanidad, aun aquellos de que hayáis sido víctimas directas; vuestro corazón se henchirá de una piedad inmensa y os sentiréis orgullosos de ser hombres».J. F. Carbonell, (Natura, revista de Montevideo, Mayo de 1912)



"Enseñad a vuestros hijos a cultivar la virtud. Ella, y no el dinero, es la que da la verdadera dicha. Os hablo por experiencia, porque la virtud es lo único que me ha dado alivio en mis miserias. El amor a la virtud, como el amor a mi arte, me han salvado contra la tentación de poner fin a mis días"-.

"Su vida es el cimiento de donde surge la obra; su grandeza como hombre, es el origen de su grandeza como artista. ¡Sublime modelo!. Porque no vivió para él, sino para los demás hombres, y ésta renuncia de sí mismo (...) fue el deber que se impuso y realizó. Su obra colosal, inagotable para el análisis, produce el estupor del infinito; animada de soplo divino, lleva en sí vida y juventud inmarcesible; es la idea en su forma universal: háblanos de la verdad eterna... La música de Beethoven no es motivo de estudio exclusivamente para los técnicos; en ella encuentra el filósofo, el pensador y el artista, inmenso campo de exploración, porque no es músico de forma, sino de idea; nada huelga en ella; cada nota tiene un significado, cada silencio una emoción".



Beethoven Teósofo, Mario Roso de Luna



Lucha, sufrimiento, alegría, voluntad, amor, pasión todo esto nos dejó Beethoven. En su vida sufrió la pobreza material, la enfermedad, el abandono, pero su voluntad vital y artística eran tan fuertes que legó a la Humanidad- en la que a pesar de todo él nunca dejó de creer- una de las obras musicales más bellas jamás creadas.





Félix, un mensaje siempre presente.



Félix Rodríguez de la Fuente, gran maestro y entusiasta, pareciera que el mismo espíritu de la Naturaleza cobró forma humana en él para hablarnos, sacarnos del letargo destructivo. Sus sabias palabras siempre despiertan un entusiasmo y un amor verdadero a la Vida, una conexión con todo lo vivo, con la tierra que nos da el sustento y con nuestros demás compañeros los animales y las plantas.   En un mundo tan devastado por esta actual civilización humana consumista, egocéntrica, degradada de valores espirituales, arrancada del origen, huérfana y amnésica  estas sabias palabras son una bocanada de aire puro que deben siempre permanecer en el recuerdo para poder guiarnos de vuelta hacia  ese sagrado pacto -como él decía- porque sin él la humanidad vaga cual fantasma que ha perdido el cordón umbilical con la Madre, y sin él, el niño muere y la madre también...


"El hombre debe amar y respetar la Tierra como ama y respeta a su propia madre".

"Sus formaciones geométricas en el cielo de otoño, su tenso vuelo hacia las tierras de invernada, despertaban en mi espíritu indescriptibles nostalgias y ansias de nomadeo".


"¡Mira! Aquello que ves ahí abajo, aquel sombrero pardo, aquella nube tenebrosa, aquellos gases que no ha querido Manitú que existieran que los ha fabricado el hombre, aquello que ves allí es el hongo más espantoso, dramático y terrible..."

"El mundo es espantoso para el ciudadano medio  que vive en colmenas, urbes monótonas y horrísonas, calles sucias recibiendo cultura como píldoras y mensajes que no se han demostrado que sean perfectos. Nuestra era se recordará en un futuro feliz, si es que se llega, con verdadero terror. El hombre tiene necesidad de libertad, de campo, del cielo, de tiempo para no hacer cosas... Y aprender, imaginar. Hoy no lo puede hacer".
Félix sentía una profunda curiosidad por el paso del paleolítico al neolítico:

El hombre del neolítico se diferencia del paleolítico en que ya no está integrado de una manera armoniosa en el ecosistema terrestre que empieza a modificar, a manipular, no solamente los elementos puramente ecológicos  de la biosfera, sino hasta genéticamente...

Roto el vínculo con la naturaleza (...) como característica de esta ruptura en el neolítico no sólo surge la domesticación de los animales y las plantas sino que surge la autodomesticación del hombre. Esta autodomesticación del hombre que modifica tremendamente sus pautas básicas de conducta que hace aparecer algo tan dramático y desconocido en la edad antigua como es la esclavitud, no sólo la eslavitud directa (...)sino la esclavitud indirecta muchas de cuyas consecuencias estamos pagando actualmente.




El hombre no solamente se aglomera en grandes ciudades acostumbrado a vivir y quizá con una conducta genética que únicamente le permite vivir  confortablemente en el seno de pequeñas comunidades. Este hombre que inventa la esclavitud, que hace la guerra para conquistar esclavos que trabajen para él, y lo que es más tremendo (...) este hombre en la locura y el ansia de la domesticación, es la domesticación de Dios. Las religiones antiguas, las religiones de todos los pueblos primitivos que he tenido la virtud de conocer hablan de una divinidad absolutamente al margen  de facciones, de comportamientos o de parentescos humanos. Para ellos (...) es algo inconmensurable, que no se puede representar, que no tiene ninguna relación de parentesco directo con el homo sapiens. Esas divinidades múltiples que se alojan en el seno de las aguas o que están en las alturas o que viven en los hielos de los esquimales, son divinidades fundamentalmente generatrices  y desconocidas están en la misma línea que las divinidades de los pigmeos. Esa otra gran comunidad de seres míticos que son las estrellas para los bosquimanos que de alguna manera engendran el alma del cazador, el alma de la doncella, el alma de la hierba, el alma de la manti religiosa, el alma del oryx al que se pretende cazar para comer...



"Un profundo abismo separó lo salvaje de lo doméstico, lo libre de lo que tenía dueño"

"Los mitos cósmicos protagonizados por estrellas y por animales dieron paso a leyendas antropocéntricas".

"El deporte que se ejercita en pleno campo con los ojos y los oídos bien abiertos al mensaje de la hermana fuente o del hermano pájaro, forja la esencia de la bondad, de la nobleza y de la capacidad de convivencia. Un poco más allá está la paz."




"La tierra, desde el espacio, envuelta en un halo de luz iridiscente, aparece misteriosamente bella e irresistiblemente atractiva ... Y es que la luz de nuestro planeta es la vida".




"La energía más sagrada, más inviolable que se mueve sobre la corteza de este planeta es la vida"

"El paisaje sin sus animales es un paisaje muerto".

¡El lobo era un animal hermosísimo! De mirada noble... era quizá la más acabada representación de la fuerza, de la libertad, de la nobleza ¡del palpitar de la madre tierra!


Viendo la belleza y el maravilloso equilibrio ecológico de la naturaleza es imposible no creer en Dios. Todo en la naturaleza habla de su obra creadora.









La tan temida frustración que puede ocasionar profundas alteraciones en la personalidad del hombre, raramente se da en el joven que vive en contacto con la naturaleza.

...Llevamos mil años alejados de la naturaleza. Porque nuestras ansias infantiles de conocimiento, de contacto y de amor hacia los seres vivos, han sido transformadas por una educación utilitaria en inclinaciones agresivas que llevan al hombre a no usar sino a abusar de su mundo.




Carecemos del optimismo permanente y de la fe en sí mismo que tiene el hombre de la naturaleza. Las generaciones nacidas en las más monstruosas aglomeraciones humanas como Nueva York, Londres, París o Madrid empiezan a arrojar un alto porcentaje de jóvenes inadaptados, sucios, melancólicos, irascibles, toxicómanos y con una expresiva sintomatología psíquica muy parecida a la del animal de experimentación arrancado prematuramente de su biotopo y enjaulado.

El hombre vive prisionero en las grandes urbes

Nuestro amigo el mirlo despierta al prisionero  de la gran ciudad con la misma voz de la naturaleza.

Soy un enemigo de la sociedad tal como ésta funciona actualmente. A través de esta sociedad de consumo se obliga  a la gente a tener que rodearse de una serie de elementos superfluos que nada tienen que ver con la verdadera felicidad.




Soy pesimista ante la generación que nace y vive en ciudades inmensas lejos de la Naturaleza, que no conoce la lluvia en el bosque, la noche en la selva, que ignora lo que es un caracol... Estas vivencias las considero importantísimas ya que el contacto con la Naturaleza significa una ventaja hacia la verdad y la sana filosofía.