jueves, 25 de febrero de 2016

Félix, un mensaje siempre presente.



Félix Rodríguez de la Fuente, gran maestro y entusiasta, pareciera que el mismo espíritu de la Naturaleza cobró forma humana en él para hablarnos, sacarnos del letargo destructivo. Sus sabias palabras siempre despiertan un entusiasmo y un amor verdadero a la Vida, una conexión con todo lo vivo, con la tierra que nos da el sustento y con nuestros demás compañeros los animales y las plantas.   En un mundo tan devastado por esta actual civilización humana consumista, egocéntrica, degradada de valores espirituales, arrancada del origen, huérfana y amnésica  estas sabias palabras son una bocanada de aire puro que deben siempre permanecer en el recuerdo para poder guiarnos de vuelta hacia  ese sagrado pacto -como él decía- porque sin él la humanidad vaga cual fantasma que ha perdido el cordón umbilical con la Madre, y sin él, el niño muere y la madre también...


"El hombre debe amar y respetar la Tierra como ama y respeta a su propia madre".

"Sus formaciones geométricas en el cielo de otoño, su tenso vuelo hacia las tierras de invernada, despertaban en mi espíritu indescriptibles nostalgias y ansias de nomadeo".


"¡Mira! Aquello que ves ahí abajo, aquel sombrero pardo, aquella nube tenebrosa, aquellos gases que no ha querido Manitú que existieran que los ha fabricado el hombre, aquello que ves allí es el hongo más espantoso, dramático y terrible..."

"El mundo es espantoso para el ciudadano medio  que vive en colmenas, urbes monótonas y horrísonas, calles sucias recibiendo cultura como píldoras y mensajes que no se han demostrado que sean perfectos. Nuestra era se recordará en un futuro feliz, si es que se llega, con verdadero terror. El hombre tiene necesidad de libertad, de campo, del cielo, de tiempo para no hacer cosas... Y aprender, imaginar. Hoy no lo puede hacer".
Félix sentía una profunda curiosidad por el paso del paleolítico al neolítico:

El hombre del neolítico se diferencia del paleolítico en que ya no está integrado de una manera armoniosa en el ecosistema terrestre que empieza a modificar, a manipular, no solamente los elementos puramente ecológicos  de la biosfera, sino hasta genéticamente...

Roto el vínculo con la naturaleza (...) como característica de esta ruptura en el neolítico no sólo surge la domesticación de los animales y las plantas sino que surge la autodomesticación del hombre. Esta autodomesticación del hombre que modifica tremendamente sus pautas básicas de conducta que hace aparecer algo tan dramático y desconocido en la edad antigua como es la esclavitud, no sólo la eslavitud directa (...)sino la esclavitud indirecta muchas de cuyas consecuencias estamos pagando actualmente.




El hombre no solamente se aglomera en grandes ciudades acostumbrado a vivir y quizá con una conducta genética que únicamente le permite vivir  confortablemente en el seno de pequeñas comunidades. Este hombre que inventa la esclavitud, que hace la guerra para conquistar esclavos que trabajen para él, y lo que es más tremendo (...) este hombre en la locura y el ansia de la domesticación, es la domesticación de Dios. Las religiones antiguas, las religiones de todos los pueblos primitivos que he tenido la virtud de conocer hablan de una divinidad absolutamente al margen  de facciones, de comportamientos o de parentescos humanos. Para ellos (...) es algo inconmensurable, que no se puede representar, que no tiene ninguna relación de parentesco directo con el homo sapiens. Esas divinidades múltiples que se alojan en el seno de las aguas o que están en las alturas o que viven en los hielos de los esquimales, son divinidades fundamentalmente generatrices  y desconocidas están en la misma línea que las divinidades de los pigmeos. Esa otra gran comunidad de seres míticos que son las estrellas para los bosquimanos que de alguna manera engendran el alma del cazador, el alma de la doncella, el alma de la hierba, el alma de la manti religiosa, el alma del oryx al que se pretende cazar para comer...



"Un profundo abismo separó lo salvaje de lo doméstico, lo libre de lo que tenía dueño"

"Los mitos cósmicos protagonizados por estrellas y por animales dieron paso a leyendas antropocéntricas".

"El deporte que se ejercita en pleno campo con los ojos y los oídos bien abiertos al mensaje de la hermana fuente o del hermano pájaro, forja la esencia de la bondad, de la nobleza y de la capacidad de convivencia. Un poco más allá está la paz."




"La tierra, desde el espacio, envuelta en un halo de luz iridiscente, aparece misteriosamente bella e irresistiblemente atractiva ... Y es que la luz de nuestro planeta es la vida".




"La energía más sagrada, más inviolable que se mueve sobre la corteza de este planeta es la vida"

"El paisaje sin sus animales es un paisaje muerto".

¡El lobo era un animal hermosísimo! De mirada noble... era quizá la más acabada representación de la fuerza, de la libertad, de la nobleza ¡del palpitar de la madre tierra!


Viendo la belleza y el maravilloso equilibrio ecológico de la naturaleza es imposible no creer en Dios. Todo en la naturaleza habla de su obra creadora.









La tan temida frustración que puede ocasionar profundas alteraciones en la personalidad del hombre, raramente se da en el joven que vive en contacto con la naturaleza.

...Llevamos mil años alejados de la naturaleza. Porque nuestras ansias infantiles de conocimiento, de contacto y de amor hacia los seres vivos, han sido transformadas por una educación utilitaria en inclinaciones agresivas que llevan al hombre a no usar sino a abusar de su mundo.




Carecemos del optimismo permanente y de la fe en sí mismo que tiene el hombre de la naturaleza. Las generaciones nacidas en las más monstruosas aglomeraciones humanas como Nueva York, Londres, París o Madrid empiezan a arrojar un alto porcentaje de jóvenes inadaptados, sucios, melancólicos, irascibles, toxicómanos y con una expresiva sintomatología psíquica muy parecida a la del animal de experimentación arrancado prematuramente de su biotopo y enjaulado.

El hombre vive prisionero en las grandes urbes

Nuestro amigo el mirlo despierta al prisionero  de la gran ciudad con la misma voz de la naturaleza.

Soy un enemigo de la sociedad tal como ésta funciona actualmente. A través de esta sociedad de consumo se obliga  a la gente a tener que rodearse de una serie de elementos superfluos que nada tienen que ver con la verdadera felicidad.




Soy pesimista ante la generación que nace y vive en ciudades inmensas lejos de la Naturaleza, que no conoce la lluvia en el bosque, la noche en la selva, que ignora lo que es un caracol... Estas vivencias las considero importantísimas ya que el contacto con la Naturaleza significa una ventaja hacia la verdad y la sana filosofía.


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